sábado, 29 de diciembre de 2007

LAS FORTUNAS


Me compré un pedacito de mar encerrado en una conchita bella cuando fui a San Antonio con mi amigo Memo, mi amiga Dalia y Raúl que nos esperó y nos llevó a un restorán imposible a comer lo mejor del puerto. Traje un barquito de totora hecho por los Uros del lago Titi - Caca cuando tuve la fortuna de pasar por esos lados; guardo una diminuta botella de mezcal que me trajo un apoderado desde hace siglos cuando anduvo por tierras aztecas; mi madre guarda celosamente en el sur, justo donde estaba mi pieza, unos zuecos de madera, enteros de madera, amarillos, insolentes, que me regalaron mis amigos Ana y Jorge cuando tuve la fortuna de pasear por las calles y canales de Amsterdam; guardo en el pórtico de mi dormitorio una serie de gorros, todos cargados de una historia íntima, graciosa, tierna que en algun momento de mi vida tuve la fortuna de disfrutar; también adorna mi casa dos monos, señal de lo que se ha transformado en una deliciosa manía de llamar y llamarme en los circulos que frecuento y en los otros también; atesoro palabras, cientos de palabras, miles de palabras que me surgieron cuando tu nombre antiguo, rimbombante y sonoro se instaló en mi memoria y en mi sangre mapuche; llevo a todos lados una fotografía añosa en donde tengo mirada de niño y me recuerda esos cientos de días que tuve la fortuna de vivir en Temuco y que moldearon mis mañas, mi espíritu y mis devaneos de eterno abandonado. Mis fortunas están ahí. La vida ha sido generosa; me siento torpe reclamándole más de lo que inifinitamente me ha regalado. Sólo falta el paraíso que un dia me ofreció en sueños y que todavía me niega. En fin, sé que lo tendré; como tengo mi lluvia y mi viento, y el recuerdo de mis manos y mi boca en el perfecto sabor de tu cuerpo.
(Noviembre 23, 2007)

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